Biodigestores baratos generan energía de manera ecológica

Estudiantes de la Universidad EARTH en Costa Rica, construyendo un biodigestor

El biodigestor es un dispositivo que se usa para la producción de biogás.

En su forma más sencilla, es un contenedor cerrado, hermético e impermeable en el que introducimos materia orgánica, prácticamente de cualquier tipo: excrementos animales o humanos, restos vegetales, basuras, etc., junto con aguas residuales, para conseguir la fermentación anaeróbica de los mismos. La única excepción a los materiales que podemos utilizar son los desechos cítricos, ya que impiden su correcto funcionamiento.

Una vez completada la fermentación de los residuos, obtenemos en el proceso gas metano y fertilizantes orgánicos, ricos en nitrógeno, fósforo y potasio. Como ventaja adicional conseguimos así reducir el potencial contaminante de los desperdicios que utilizamos en el proceso.

Los biodigestores son aparatos sencillos que están ayudando, en muchas zonas deprimidas del planeta, a solucionar dos grandes problemas: el medioambiental, por el tratamiento que se da a los desechos y el energético, ya que se obtiene un combustible que mejora de forma sustancial las condiciones de vida de las comunidades donde se instalan.

Una asignatura pendiente de nuestra sociedad más desarrollada, es la de potenciar la construcción de este tipo de dispositivos. Estamos acostumbrados a disponer de una energía cara pero cómoda, lo que nos lleva a olvidar las ventajas de producirla por nosotros mismos y de reducir el impacto ambiental que genera nuestra actividad diaria, cosa que no tenemos en cuenta en absoluto.

Biodigestores tipo Taiwan o Salchicha

Hay varios tipos de biodigestores, pero nos vamos a referir al conocido como Taiwan o de salchicha, por su forma peculiar. Se trata de un modelo que está alcanzando gran popularidad debido a sus grandes ventajas, que pasamos a enumerar:

Esta enfocado al uso familiar. Su coste es muy bajo, en estos momentos alrededor de los 300 euros, gracias a que se utilizan en su fabricación materiales de bajo coste, fáciles de conseguir.

Su vida útil puede alcanzar los 10 años, y la recuperación de la inversión realizada se consigue en unos 6 meses.

Los resultados son impresionantes: con una cantidad de desechos de 20 a 40 kilos, y entre 100 y 200 litros de aguas residuales, se puede producir biogás para el consumo diario de una familia de 5 a 6 miembros.

Las condiciones de vida de sus usuarios mejoran notablemente gracias al tratamiento de los residuos que se usan en el proceso. En primer lugar se reducen riesgos para la salud, al no inhalar los humos generados por la combustión de leña, utilizada habitualmente para cocinar o calentar agua. Por otra parte se evita la deforestación, así como la emisión a la atmósfera de CO2 y otros gases que provocan la destructiva lluvia ácida.

En resumen, el biodigestor supone un gran avance en materia de generación de energía distribuida.

Lo inventaron los chinos en el siglo XVIII, y con el uso de los materiales y la tecnología actuales, puede ser una pieza clave, para combatir los problemas energéticos y ambientales a los que nos enfrentamos.

El que su uso no se haya popularizado más en nuestra sociedad se debe a que tenemos unos hábitos de consumo, de ahorro, de producción, etc. que, de no modificarse, nos causarán cada día mayores problemas. El biodigestor es un buen principio para hacernos responsables del impacto ambiental que provocamos.

Fuente:  BBC Mundo.com

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